jueves, 26 de mayo de 2011

"LECTOESCRITURA"

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Preparar a los niños de preescolar para la utilización de los signos gráficos es una tarea pedagógica de suma responsabilidad que incumbe en parte al preescolar como eslabón del proceso educativo.

Una de sus funciones es la de brindar actividades, experiencias y materiales que desarrollen las estructuras básicas para la adquisición de la lecto escritura.


Como todos sabemos el lenguaje es un medio para comunicar ideas como cualquier medio de comunicación llámese libros, periódicos, radio, televisión, cartas etc. Y su razón de ser es satisfacer la necesidad de vinculación con las personas.

Existe un lenguaje cada vez cuando se expresa un pensamiento valiéndose de signos de diversa índole (visuales, auditivos, mímicos, pictóricos, musicales etc.). y sirven para codificar determinados mensajes.

De todas las formas de lenguajes mas utilizadas, la más completa es la oral, por ello el lenguaje se transformó en un sinónimo de palabra. Pero como el espacio y el tiempo limitan las posibilidades del lenguaje fónico, se precisaron nuevas formas perdurables.

El lenguaje gráfico cubrió el vacío, haciendo factible la conservación de las experiencias humanas y transformándose en principal vehículo de la transmisión cultural. No obstante la escritura ha sido siempre la materialización de la lengua viva, una forma de lenguaje que “presenta a la vista lo que éste proporciona al oído”.

La comprensión y el dominio del lenguaje escrito es la clave del acceso al conocimiento. Los variados recursos creados por la tecnología moderna para la información constituyen importantes complementos pero no sustituyen de ningún modo la escritura como medio de cultura.


Los niños que se han puesto en contacto con la lectura a muy corta edad, aprenden a leer más rápido y con mayor facilidad. Lo realmente valioso no es que reconozcan los códigos de la letra escrita, sino que nazca en ellos el deseo de descubrir todos los tesoros que la lectura les promete. Y cuanto más disímiles sean las lecturas compartidas, mejor comprenderán que más que un descubrir el código secreto, la lectura es la llave que abre la puertas a mundos inimaginados.

La lectura y la escritura van juntas. Mientras que el niño aprende una, simultáneamente está aprendiendo la otra. Los garabatos y los dibujos son sus primeros esbozos de escritura. Pronto empezará a escribir las letras del alfabeto. Esto le ayudará a discriminar los diferentes sonidos que cada una de ellas representa. Al ir descubriendo las letras y los diversos sonidos, éstos le darán la noción sobre cómo deletrear las palabras.

Cuando comience a escribir palabras enteras, muy posiblemente lo realizará cometiendo errores ortográficos. De todos modos será digno de valorar su esfuerzo, y nos daremos cuenta de que su intento es bastante bueno por ser la primera vez.

Al leerle en voz alta, será importante realizar una pausa de vez en cuando, y señalarle las distintas letras y palabras que el relato contiene; como así también relacionarlas con los dibujos que representan cada una de ellas.

Para cuando alcanzan la edad de 4 años, los niños empiezan a entender que las palabras escritas contienen un significado. A los 5 años, la mayoría comienza a notar que las palabras están ubicadas espacialmente de izquierda a derecha. Muchos niños, en esta etapa, inclusive comienzan a identificar letras mayúsculas y minúsculas y a "leer" palabras simples. Al finalizar el nivel inicial, el niño tal vez quiera leer por su propia cuenta. Será importante permitir que lo haga, pero siempre y cuando esta iniciativa surja de él mismo. La lectura debe ser un motivo por el cual se sienta orgulloso.

Poco a poco su lenguaje interior se irá conformando, así se sentirá seguro y podrá disfrutar, plenamente, del discurso literario. Hay muchas ocasiones que son propicias para compartir una buena lectura: al viajar en el coche, mientras retomamos el camino a casa, escuchando una grabación con uno o varios cuentos... Pero, verdaderamente, el momento especial para llevar a cabo esa lectura compartida es, obviamente, en su cuarto, cuando el niño se va a dormir.

El cuento de la noche debe tener un ritual propio. Para comenzar, será preciso que se le asigne un tiempo exclusivo, dedicado sólo a disfrutar juntos de la lectura, sin padecer interrupciones. Tanto el adulto como el niño, tienen que sentirse cómodos, a gusto: sentados o acostados, siempre cerca uno del otro para que el pequeño logre contemplar las imágenes sin dificultad y también para intercambiar instantes de afecto. La elección puede realizarla el niño, aunque también es bueno que se le ofrezca alguna otra propuesta.

Al efectuar la lectura, el adulto no solo recrea la historia con su voz, sino que debe además incorporar sus dotes actorales para sacar a luz la emoción y el suspenso que el relato conlleve. Si al finalizar la narración, el niño quiere hacer algún comentario, acerca de lo que el cuento le dejó, hay que detenerse a escuchar su reflexión sobre lo que acaba de oír. Pero el comentario debe ser siempre espontáneo, no se lo puede forzar a que realice un relato. Y siempre, de más está decirlo... leer el cuento del principio al fin.


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